POR AMOR A DIOS
A diario escuchamos frases como estas
implorando amor a Dios, en muchas ocasiones lo exigimos o pedimos a otros y la
mayoría de veces no somos capaces de sentirlo. Los seres humanos estamos
carentes de este sentimiento que es la fuerza más hermosa que nos predica y aplica nuestro Dios, quien nos lo demostró
en el acto más grandioso de la humanidad cuando sacrificó a su único hijo por
el pago de nuestros pecados, y quien basa sus leyes en dos mandamientos fundamentales,
el primero "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda
tu alma, y con toda tu mente.” y el segundo “Amarás a tu prójimo como a ti
mismo.” (Mateo 22:37-39), si fuésemos
capaces de ejercer este sentimiento y estos mandamientos, nuestro mundo sería
diferente.
A menudo desviamos
ese objetivo y sentimos amor por cosas banales, como el dinero, las joyas, las propiedades… y
descuidamos la verdadera esencia de la vida que es el amor a Dios, a la familia
y al prójimo; dejamos a un lado lo que verdaderamente es importante para el ser
humano, nuestra comunión con Dios, nuestro crecimiento espiritual, nuestros
hijos, padres, pareja, familiares y amigos, y aún estando cerca de ellos y
siendo responsables de su manutención, sentimentalmente no lo estamos, somos tan
distantes que nos conformarnos con llamarlos o conectarnos a través de la
tecnología, dejando atrás el contacto físico, un abrazo, una caricia, una
palabra de aliento, un te quiero, un te amo.
Sabemos y estamos conscientes de que los tesoros adquiridos en esta vida
son pasajeros y que lo que aquí hacemos aquí lo dejamos; no con esto quiero
decir que debemos vivir en forma mediocre y miserable, pero debemos ser
cuidadosos con la forma de administrar nuestro tiempo en este mundo maravilloso
y bendecido que ha sido creado para disfrute y goce de todos. Seamos ricos en espíritu, en pensamiento, en
actitud, en bondad y en amor, preocupémonos por nuestros familiares,
amigos y prójimo, no olvidemos que somos hijos del dueño del oro y la plata, del todopodero, herederos de toda su riqueza,
“Mirad las aves del cielo, que no siembran,
ni riegan, ni recogen en graneros, y sin embargo, vuestro Padre celestial las alimenta.
¿No sois vosotros de mucho más valor que ellas? (Mateos 6:26),
La Madre Teresa de Calcuta decía,
la vida es un juego, juégala; y yo les digo, la mejor manera de jugarla es con amor.
Seamos responsables y justos a la
hora de pedir o exigir a nuestros semejantes. No lo hagamos si no somos capaces
de dar, de corresponder y más aun de estar a la altura de lo que vamos a
recibir, seamos ejemplo para quienes nos aman y confían en nosotros, recordemos que “el fruto del
Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad,
humildad y dominio propio. No hay ley que condene estas cosas (Gálatas 5:22-23),
debemos apostar por un mundo mejor, donde podamos convivir y disfrutar de esta
corta estadía para luego deleitarnos en la vida eterna.
Licdo. Whistong Douglas Zavala Díaz
Comunicador Social.