viernes, 14 de octubre de 2016

desde mi chinchorro...

POR AMOR A DIOS

     A diario escuchamos frases como estas implorando amor a Dios, en muchas ocasiones lo exigimos o pedimos a otros y la mayoría de veces no somos capaces de sentirlo. Los seres humanos estamos carentes de este sentimiento que es la fuerza más hermosa que nos  predica y aplica nuestro Dios, quien nos lo demostró en el acto más grandioso de la humanidad cuando sacrificó a su único hijo por el pago de nuestros pecados, y quien basa sus leyes en dos mandamientos fundamentales, el primero "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente.” y el segundo “Amarás a tu prójimo como a ti mismo.” (Mateo 22:37-39), si fuésemos capaces de ejercer este sentimiento y estos mandamientos, nuestro mundo sería diferente.
     
      A menudo desviamos ese objetivo y sentimos amor por cosas banales, como el dinero, las joyas, las propiedades… y descuidamos la verdadera esencia de la vida que es el amor a Dios, a la familia y al prójimo; dejamos a un lado lo que verdaderamente es importante para el ser humano, nuestra comunión con Dios, nuestro crecimiento espiritual, nuestros hijos, padres, pareja, familiares y amigos, y aún estando cerca de ellos y siendo responsables de su manutención, sentimentalmente no lo estamos, somos tan distantes que nos conformarnos con llamarlos o conectarnos a través de la tecnología, dejando atrás el contacto físico, un abrazo, una caricia, una palabra de aliento, un te quiero, un te amo.  Sabemos y estamos conscientes de que los tesoros adquiridos en esta vida son pasajeros y que lo que aquí hacemos aquí lo dejamos; no con esto quiero decir que debemos vivir en forma mediocre y miserable, pero debemos ser cuidadosos con la forma de administrar nuestro tiempo en este mundo maravilloso y bendecido que ha sido creado para disfrute y goce de todos.  Seamos ricos en espíritu, en pensamiento, en actitud, en bondad  y  en amor, preocupémonos por nuestros familiares, amigos y prójimo, no olvidemos que somos hijos del dueño del oro y la plata,  del todopodero, herederos de toda su riqueza, “Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni riegan, ni recogen en graneros, y sin embargo, vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No sois vosotros de mucho más valor que ellas? (Mateos 6:26),   La Madre Teresa de Calcuta decía,  la vida es un juego, juégala; y yo les digo,  la mejor manera de jugarla es con amor.

Seamos responsables y justos a la hora de pedir o exigir a nuestros semejantes. No lo hagamos si no somos capaces de dar, de corresponder y más aun de estar a la altura de lo que vamos a recibir, seamos ejemplo para quienes nos aman y confían en nosotros, recordemos que “el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio. No hay ley que condene estas cosas (Gálatas 5:22-23), debemos apostar por un mundo mejor, donde podamos convivir y disfrutar de esta corta estadía para luego deleitarnos en la vida eterna.

Licdo. Whistong  Douglas Zavala Díaz
Comunicador Social.